Aunque la persona esté cerca,
aunque esté a un lado de ti.
A veces se le extraña tanto,
que un día dura tres otoños.
Bajo el impulso de un Newton.
A veces me pregunto si voy a volver a llorar igual que aquella vez, aquél lejano, muy lejano día, en que sentí que perdía todo y abandonaba lo que deseaba ser y que sería lo que deseaban que fuera.
El llanto que viene y no se aleja de ti. No abandona tu cuerpo, las lágrimas corren inclementes una tras otra, hasta que sientes que se vació tu alma y no quedan más lágrimas para salir de tus pupilas. Por que tu ser se ha desgarrado en cada gota que ha caído bajo el impulso de un Newton.
Ya no sale nada, no puede salir nada. Pero sientes que los ojos te escuecen añoran derramar más llanto. Y quieres gritar, arrojar todo lejos, olvidarte de ti...renunciar y perderte en el dolor, hundirte en lo más profundo de la oscuridad que invade tu ser.
A veces me pregunto. Si volveré a llorar, a gemir de dolor por el desconsolado golpe del destino, del corazón amado que te engaña, te tortura, te abandona.
Si...te abandona. Y sabes que con el correr de los años, surgirá ese vacío, se mantendrá el dolor clavado en el pecho y cuando recuerdes un instante efímero suspendido en tu memoria, volverá a doler como el primer día.
Querrás gritar de nuevo y llorar. Pero no habrá sonido que suba por tu garganta, ni gemido que se atragante antes de salir herido, ni lágrimas que reflejen el dolor. No habrá nada.
Todo se habrá perdido...todo habrá caído bajo el impulso de un Newton.
Porque no dependerá del otro...nunca ha dependido de él...dependerá de que tu permitiste que tu alma se desgarrara con cada latido que se emitió mientras derramabas esas lágrimas. Y sabes que quizá no vuelvas a ser feliz, a sonreír abiertamente de nuevo, no te vuelvas a entregar como entonces. Pero no será por lo que ha hecho -o dejado de hacer- el otro.
Será porque, simplemente, aunque aclames, exclames, asegures que lo has hecho...no has dejado de vivir esperando... que el otro venga por ti y te salve...como nunca ocurrió...como siempre estuviste dispuesto a hacerlo.
Por que no era al otro al que tenías que ir a buscar y salvar...
Eras tu mismo, quien esperaba que salieras de ahí, del rincón donde te dejaron las lágrimas derramadas y arrolladas por el impulso de un Newton, y te salvaras.
Para volver a vivir, aunque sea a medias tintas en un inicio.
Y luego un día sin darte cuenta, lograrás sonreír -aunque no lo creas- bajo el impulso de un Newton.
M.Z.V.
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