Quiero el algún punto de mi camino, construir tejidos en donde encontremos ese calor añejo con sabor a nostalgia. Que nos reencuentre con ese hogar que solo queda enterrado en los recuerdos, con el color de los lugares en los que estuvimos, el amor de las personas que fuimos. Que ese cobijo, a su vez nos de la fuerza para seguir adelante siendo los que ahora somos y hasta donde hemos llegado. Un calor que nos acompañe sin sofocarnos, en el que cuando estemos afligidos se nos abra una palabra de aliento.
Aún falta tiempo para que la declaración anterior se vuelva una realidad, soy consciente y sigo trabajando para ello. Reconociendo lo incompleto que esta mi camino, me vierto de nuevo en las letras que me han servido, que me han dado el cobijo que busco transmitir a otros. De todo he aprendido algo nuevo y espero tener la oportunidad de seguir aprendiendo de ellos. Aún falta mucho por caminar, pero todo tiene una razón para encontrarnos.
Espero que este año traiga para ustedes también la paciencia de reencontrarse con lo que más aman. Encontrar la paz que necesitan y la certeza de que por muy trastocado que se encuentre el mundo, la luz también brilla en lo que construimos aunque a veces el ruido de lo que destruye sea más fuerte.
A seguir caminando.
Este año volveremos a las pequeñas reseñas para los que se pasean por estos rumbos, de algunas lecturas interesantes que finalmente han llegado a mi vida en el transcurso del año pasado.
Empezaremos este año con la reseña de un libro que me prestó un buen amigo desde el año pasado y que planeo terminar la semana que entra.
Hasta entonces, que tengan lindos libros y excelentes tazas de te.
M. Zel.