Prólogo
Llega un momento en la vida de todo el mundo, en que lees y te preguntas o alguien viene de fuera con un test sin sentido y en tu mente mientras lees, se articula una insulsa frase como "¿Que es lo que llevarías en una maleta, de entre todo lo que amas, para seguir con tu vida, en aquella isla desierta o en otro planeta?"
Si pudieras salvar cinco cosas en aquél universo apocalíptico... de todo lo que tienes ahora ¿que te llevarías contigo?
Estamos en pleno siglo XXI y... ¿este tipo de cosas no pasan? ¿verdad? Eso es solo para aquellos países con problemas. Quienes somos nosotros, para considerarnos en problemas. Todo está bien. No hay nada por que sufrir en esta tierra donde nada pasa según los tabloides; la región donde todo el mundo calla.
Nadie tiene que renunciar al camino que ha elegido para sus sueños.
Nadie tendría que llorar la pérdida de los seres amados.
Nadie quedaría solo, abandonado, perdido sin un rumbo y una dirección en el país donde no sucede nada.
Nadie.
Pero la vida en la región donde no pasa nada... no es así.
La vida en tres dimensiones, alrededor de esa apacible ciudad que parece que nunca despierta al estupor del terror, no es así. Quisiera que fuera mentira, pero no lo puedo negar.
A veces las pruebas de fe son inconcebibles. ¿Brincar un barranco? ¿Arrojar todo por la borda?
Y esperar que en el arranque de todo, el reseteo de este sistema, las cosas mejoren aunque sea un poco.
Quisiera volver atrás para retomar los versos y las letras, pero ya es demasiado tarde.
La vida real incluso se ha llevado eso.
Junto con todo aquello, que afortunada-desgraciadamente no cabía en aquella maleta.
M. Z.V.
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