Este inicio de año ha tenido de todo. Un arranque inestable para muchos, con hechos que nos recuerdan lo frágiles que son nuestras formas.
Gracias a ello, se me ha recordado que lo más importante sigue siendo vivir sin arrepentimiento. Disfrutar el ahora. Que nuestros sueños más inalcanzables están ahí mismo, al alcance de la mano siempre que nazcan de una intención loable y genuina.
Parece que fue ayer cuando escribí esas pocas líneas que marcarían el "aparente abandono" de los grandes sueños en este mismo sitio.
Parece que fue ayer cuando pensé que había grandeza escrita para otros e inalcanzable para mí.
Parece que fue ayer, cuando fantaseaba con el aroma fantástico de una tierra invisible para otros, escondidas en mis propias palabras, den mis propios versos.
Parece que fue ayer, cuando golpeó el momento fatídico de la pérdida de los que amamos y los que creíamos nuestros. De la creatividad compartida o del cálido abrazo.
Y lo único constante es que todo cambia y nada es para siempre.
Todo pasa.
Esa es la virtud de la vida y su recompensa.
Seguiremos trabajando en los sueños loables y genuinos hasta donde la vida nos de el permiso.
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